martes, 24 de mayo de 2011

Ser y estar, tuya y contigo..

Esa no fue la primera vez, no en mi cabeza. Infinidad de noches había soñado ya contigo acercándote a mí y nada más, porque eso era suficiente y lo que tuviera que pasar, necesario. Recuerdo cuando nos cruzábamos, el momento en el que tú me mirabas y yo intentaba no hacerlo, pero no podía parar, tu sonrisa me lo impedía y tus ojos lo imposibilitaban. Así seguía mirándote, hasta que te ibas, yo me daba cuenta de que lo habías hecho y no me quedaba más remedio que seguir mi camino, e imaginar que me sentaba en el suelo frío, como sin fuerzas, esperando que vinieras y te sentaras a mi lado, formando ambas una sola persona, permaneciendo así para y por los restos, como si no hubiera un mañana.

Me desvelo eternamente por las noches y no me encuentro porque no te busco, y me culpo, y sufro.. Espero que tú también lo hagas, que pienses en mí, y que se te deshaga el alma, pero eso es irreal, o no probable por mi parte, siempre he sido así de “positiva”, nunca he querido hacerme ilusiones, menos aún cuando sé que no las hay.

Aquella noche eran ya cerca de las cuatro menos cuarto de la madrugada. Yo seguía despierta, viendo por enésima vez Rosas Rojas, estaba justo en mi escena favorita, la del:

-Termina con esto.
-¿Cómo?
-Dime que me vaya., y no te molestaré más.
(Silencio y abrazo)
-No me olvides.
-Nunca podría hacerlo.

En ese momento sonó el móvil, y era Lara, yo no sabía donde meter mi corazón, puesto que en el pecho no me cabía. Ella y yo siempre tuvimos nuestros roces, nuestras frases a medias y nuestras risas, pero nunca llegó a más. Yo no he tenido el valor suficiente como para decirle a nadie que me gustan las chicas y en especial ella, y Lara.. Lara es Lara, prácticamente imposible que sienta algo por.. Bah, para qué. El mensaje decía algo así como “Angie, a las cinco de la madrugada en las chimeneas, muy urgente” Lo dejé todo conforme leí el mensaje y me dispuse a salir corriendo, como nunca corrí en mi vida.

Al llegar a la estación, cerca del parque de las chimeneas la vi, estaba llorando casi, muy seria y triste, se me rompía el alma al verle así.. Sin más dilación me acerqué lentamente por detrás, le agarré la mano fuerte, muy fuerte, para que notara que yo estaba allí, con ella, para protegerle, más tarde, cuando vi que estaba más segura me senté a su lado y esperé a que ella quisiera hablar, si lo necesitaba y me dijo:

-Angie.. Yo.. esto.. mira, déjalo.
-Lara, si no quieres hablar, no tienes por qué hacerlo, pero si quieres llorar, aquí tienes un hombro, aún nos quedan años para hablar, y aún nos cansaremos.
-Yo llevo meses pensando en.. y me parece ilógico porque yo.. no lo sé, estoy muy confusa.. (Y aquí me dio un papel, no le di mayor importancia y lo eché al bolsillo de mi chaqueta)..
-Hey, hey, tranquila.. ¿Por qué no vamos a mi casa?, aquí hace frío y sé que te gustan los cafés muy calientes..

No respondió pero yo sabía que eso era un sí, así que cogimos su chaqueta y en menos de media hora ya estábamos arriba. Como había dicho preparé dos cafés calientes, uno para cada una y los llevé al sofá. Lara estaba congelada, sus manos, que ahora estaban junto a las mías eran prácticamente cubitos de hielo. Pero seguía estando igual de guapa, o más.
Le di la taza, la cogió tiritando y empezó a beber, al segundo sorbo se le derramó en el pantalón, gritó porque estaba muy caliente y le quemaba. Fui a por una servilleta y agua fresca, me dispuse a limpiarle el pantalón desde cerca, cuando levanté la cabeza ahí estaba, con sus grandes ojos marrones y el rizo pelirrojo que caía. Aún quedaba alguna lágrima y con el dedo pulgar se la quité. Mantuvimos la mirada unos diez segundos, después ella me cogió de las manos, acercó sus labios a los míos y nos fundimos irremediablemente en un beso apasionado, mis manos recorrían su cuerpo y mi cuerpo, a su vez, ya no era mío.
Fuimos quitándonos ropa, lentamente, pero lo hicimos. Su lengua estaba más inquieta que nunca, y parecía ser algo contagioso.
Acabamos a las diez más o menos, cuando el sol ya había salido. Iba a levantarme y vestirme cuando, al meter la mano en el bolsillo de mi chaqueta encontré la nota que Lara me dio horas atrás, en la que ponía:

“No hables, ni te valores, ni te quieras, no me dejes entrar en tu vida, no me dejes soñar despierta, no me busques las cosquillas al amanecer, ni me preguntes cómo me encuentro, no me quieras por querer, lo entiendo. No mires por la ventana melancólica, ni toques el piano esperando a que te coja de la mano y te mire y te quiera.. Nada de esto espero, pero todo ello lo quiero solo contigo, a tu vera..”

Ahora era a mí a quien le caían las lágrimas, ella seguía a mi lado, el sol le daba en la cara, le di un beso y de paso las gracias, mientras que pensaba: Qué suerte tengo de ser y estar, que suerte tengo de hacerlo por primera vez siendo tuya, y contigo..

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